El comienzo de clases suele ser una de las etapas claves en el año de aquellas familias que tienen integrantes en formación, ya sean niños, adolescentes, jóvenes, etc.
Al menos en Uruguay, muchas cosas parecen no comenzar hasta el reinicio de clases y de hecho es natural que así sea, no es una cuestión de tranquila idiosincrasia, es una realidad práctica.
Las familias deben reacomodar sus rutinas a los horarios de clases de las instituciones, profesores y clubes. Muchas veces nuestros hijos asisten a centros distintos (primaria uno, secundaria otro, etc), a veces uno está cerca otro lejos. Se debe prever el transporte, que para mejor suele cambiar sus horarios de verano por los de invierno en la misma fecha.
Todo en su conjunto parece la receta perfecta para elevar los niveles de ansiedad, estrés y caos incluso en la más calmada de las familias. La onda expansiva llega mucho más allá de las familias con alumnos. Docentes, administrativos, y hasta trabajadores de comercios, transporte, seguridad, etc. asisten a un cambio de rutinas.
Ante este aluvión de hechos sumamente movilizantes debemos tener presentes algunos conceptos para sobrellevarlo de la mejor manera y si nos basamos en un estilo optimista para interpretar la realidad los resultados para nuestra salud y el bienestar de la familia serán mucho mejores.
Ante el comienzo de clases debemos pensar que…
- Es previsible: Si bien todo parece ser caótico, desde hace tiempo ya sabemos del comienzo de clases y los cambios que apareja. Si somos previsores y evitamos el «último momento» estaremos más en control y evitaremos demoras y ansiedad.
- No me pasa a mi solo: Es una realidad que afecta a miles de personas con las que compartimos esta sociedad. La causa no está en mí, es un evento de la realidad y no tiene como fin ensañarse con nosotros, hacernos infeliz o agregarnos un problema a nuestra vida.
- Es pasajero: Debemos tener presente que es sólo una etapa del año. Lentamente iremos acomodando las rutinas y desempolvando las que teníamos archivadas desde el año pasado. No va a durar para siempre.
- Tiene un objetivo sumamente positivo: La formación de nuestros hijos incide positivamente en toda la familia. Estudios recientes demuestran que la formación de cualquier miembro del núcleo familiar contribuye positivamente al bienestar general de la familia. Se incorporan nuevos conocimientos, se experimentan emociones positivas de alegría, realización, esperanza, orgullo, etc.
- Compartir es clave: Compartir nuestro estado emocional es de gran ayuda y sirve para que analicemos y veamos desde otra perspectiva las situaciones que nos afectan. Podemos recurrir a personas que estén enfrentando esta situación, nuestra pareja, amigos o a nuestros mayores que sin duda lo recuerdan con añoranza y nos lo harán ver diferente. Si esto no parece funcionar recuerda que siempre estamos los profesionales de la salud para ayudar.
- Mantener nuestro centro: es imprescindible que desconectemos un poco el televisor y dejemos de recibir ofertas de mail que sólo pretenden hacernos caer en una paranoía consumista. Año a año repiten lo mismo: «oferta limitada», «últimas unidades», «edición limitada», etc. y los chicos se suman a las tendencias de la «moda» y uno cede con tal de que sean felices, cuando la felicidad pasa por otro lado, como se comprueba día a día. Mejor revisar lo que tenemos en el cuarto del fondo y ver que útiles aún sirven, intercambiar libros, etc. Nuestra actitud de consumo responsable y cuidadoso se pasa también a la familia y los hará sentirse más plenos, calmados, en control e independientes de la vorágine.. conservemos nuestro centro.
- La actitud optimista se transmite: Si asumimos esta etapa con alegría, entusiasmo y esperanza lograremos también transmitir esta emoción a la familia y sobretodo a los niños que comienzan que sin duda están más preocupados de lo que lo pueda parecer. Estaremos enseñándoles que enfrentar con una actitud optimista los inconvenientes, que inexorablemente tenemos en el día a día, no sólo produce que estos se resuelvan de mejor modo sino que mientras esto ocurre evitaremos sobrecargarnos de emociones negativas y conservaremos nuestro bienestar y una mejor salud general.
Por todo lo expuesto, si seguimos estas simples pautas, sin lugar a dudas el comienzo de clases es para las familias una oportunidad. Oportunidad para experimentar nuevas emociones, incrementar el bienestar y disfrutar mucho esta peculiar etapa de la vida.
Si deseas incrementar tu bienestar personal, conyugal u organizacional no dudes en consultarnos.
Deja tu comentario, duda o reflexión, será un gusto contestarte.
Lic. Roberto Martínez Hernández
Psicoterapeuta
Cel: 099334647
Mail: psicrobertomartinez@gmail.com
