Hace algún tiempo que no dedico una entrada a los temas de parejas y este parece ser el momento indicado para escribir sobre uno de los aspectos más relevantes en la relaciones de parejas pero que se puede extender a cualquier relación humana: la confianza.
Las relaciones de pareja satisfactorias para ambos miembros de la relación son un bien preciado que debemos cuidar y no dar por sentado sino que regularmente debe ser mantenido. La confianza es uno de los bienes más delicados ya que una vez entregada es difícil de retirar y una vez dañada su restauración es compleja y siempre deja cicatrices que en los proceso de trabajo con parejas tratamos de subsanar, es una tarea ardua por ello siempre incentivo a evitar su pérdida o ruptura.
El confiar implica asumir un riesgo, es una apuesta que basamos en nuestras impresiones, pálpitos, intuiciones etc, pocas veces en cuestiones racionales. El mayor problema de la confianza es cuando no hay reciprocidad, cuando uno de los miembros de la relación confía plenamente en alguien que no es merecedor de tal privilegio. En investigaciones llevadas adelante por el equipo de John Gottman se ha determinado que tener, mantener y terminar una relación con alguien en quien confiábamos pero que no era merecedor de ella puede reducir nuestra esperanza de vida hasta en 8 años. En cambio, si identificamos oportunamente al otro como alguien poco confiable y no «ponemos las manos en el fuego por él/ella» no se produce afectación sino lo contrario. Al igual que en las relaciones en que ambos miembros confían y son confiables se da un incremento de hasta 15 años en la esperanza de vida (Gottman, 2013).
Lejos de querer que tengan relaciones desconfiadas lo que pretendo es lo contrario, que traten de establecer relaciones plenas y florecientes a partir de la confianza reciproca ya que producirá efectos significativos en el bienestar de ambos.
5 señales inequívocas para saber si confiar o no:
- Honestidad: Parece obvio, pero no confíe en alguien que le mienta o mienta de manera regular. Nada le garantiza que en el futuro esta «habilidad» no sea usada para escatimarle la verdad.
- Transparencia: La vida de nuestro compañero/a debe ser conocida por nosotros de un modo abierto, sin veladuras. Si acaba de conocerlo/a vaya poco a poco constatando que todos sus ámbitos le son abiertos: le presenta su familia, sus amigos, dónde trabaja, qué hace, etc. Gottman va más allá y dice que ante la pregunta de «¿Dónde has estado?, su potencial nuevo compañero/a deberá responderle sin titubeos ni vacilaciones.»
- Disponibilidad: no confíe en nadie que se muestra hermético en determinadas áreas y no quiere «rendir cuentas». Sospeche especialmente si le dicen: «simplemente confía en mí«.
- Ética: ¿Los valores y conductas de quien conoce o está conociendo coinciden con los suyos? De no ser así, tome la oportuna decisión de no profundizar en esta relación. Es difícil que cosas tan profundas como la ética y valores del otro cambien y pasen a coincidir con los suyos.
- Respaldo: ¿Encontramos en nuestro compañero/a a una persona dispuesta a darnos apoyo y sostén al menos en un primer momento y de forma pública? Es importante que sintamos respaldo y nunca seamos de manera pública desacreditados por nuestra propia pareja.
Todos estos puntos tienen variables y sólo deben servir como orientación y no tomar una decisión en base al incumplimiento de uno de ellos. La confianza es algo que se va construyendo de a poco y lleva tiempo, por eso debemos darnos tiempo para esta construcción y no precipitarnos. A pesar de vivir en la época de la inmediatez y del pídalo ya, los proceso humanos para la construcción de vínculos siguen llevando el mismo tiempo que siempre y no conviene apurarlos.
Si deseas incrementar tu bienestar personal, conyugal u organizacional no dudes en consultarnos.
Miembro de la Asociación Internacional de Psicología Positiva
Lic. Roberto Martínez Hernández
Psicoterapeuta individual y parejas.
Cel: 099334647
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