La parentalidad, en primer lugar, es un concepto levemente distinto al de paternidad y por ello lo utilizamos tanto en Psicología. Ser padres es un hecho biológico y que puede ocurrir independientemente de nuestros deseos o a pesar de ellos. La paternidad se asocia al hecho de tener hijos, la parentalidad al hecho de pensarse como padre y pensar en el hijo, incluso antes de tenerlos. Es el psicoanalista francés Serge Lebovici, quien introduce este concepto: «(…) Tener un hijo no es lo mismo que convertirse en padre o en madre de su hijo, la parentalidad humana es un proceso psicológico complejo que se construye en la mente de los padres y que necesita un acompañamiento». La parentalidad vendría a ser la parte psicológica del hecho biológico de ser padres.
La parentalidad positiva es también un concepto de carácter juridico que en Europa se define como: «parentalidad positiva se refiere al comportamiento de los padres fundamentado en el interés superior del niño, que cuida, desarrolla sus capacidades, no es violento y ofrece reconocimiento y orientación que incluyen el establecimiento de límites que permitan el pleno desarrollo del niño”. Rec (2006) 19 del Comité de Ministros del Consejo de Europa.
La definición nos dice qué es este tipo de parentalidad pero no nos dice cómo se alcanzaría. Desde la Psicología Positiva se ha trabajado este concepto e investigado qué podría contribuir a ella. Hoy sabemos que la utilización de algunos conceptos básicos de la Psicología Positiva en la relación parental contribuye a lograr un buen resultado. Algunos de estos principios son la autoridad positiva, emociones positivas y fortalezas personales.
La paternidad positiva, nos dice la autora Isabella de Lemos Gelli (2018), previene el maltrato, aumentando la autoestima y la seguridad afectiva del niño y propicia la mejora de los vínculos familiares. Tiene un importante valor preventivo para todos, ya que tenemos un vínculo más sano, sincero y empático. La densidad y fortaleza de nuestra redes sociales es un conocido factor de bienestar. La relación entre padres e hijos se basa en el respeto mutuo.
La autoridad positiva:
La autoridad paterna está legitimada por el afecto, el respeto, la empatía, la consideración mutua, la búsqueda de acuerdos y el deseo de bienestar. En el lado opuesto estaría el basar la autoridad paternal en la tradición por ejemplo. La parentalidad positiva tiene un concepto de autoridad más horizontal, si se quiere, en comparación con la autoridad paterna tradicional que sería vertical. Pero no confundamos horizontalidad con inexistencia. La autoridad es una noción básica de la relación parental y requiere que la pensemos bien ya que es desde la autoridad que se fijan los tan mentados límites. Es la autoridad en el mundo adulto por medio de leyes, reglamentos, etc. y es la autoridad en casa por medio del respeto, la visión del bien mayor y la perspectiva que los adultos solemos tener en mayor medida que los infantes.
Emociones Positivas:
Este tipo de emociones favorece el desarrollo de los recursos intelectuales, físicos y sociales de los niños. ( Lemos Gelli, 2018) Si propiciamos su experimentación el niño puede tener más facilidad para descubrir y experimentar, así como para construir estilos de afrontamiento más eficientes y eficaces ante las inexorables dificultades de la vida.
Fortalezas Personales:
Conocer las fortalezas personales de nuestro hijo nos ayudará a un mayor desarrollo de las mismas y la virtud que a ellas esté asociada: sabiduría, coraje, humanidad, justicia, templanza y trascendencia. Saber cuales son nuestras fortalezas, nos hace más seguros, nos valida la experiencia y nos motiva mucho. Los mismo le sucederá al niño que por medio de sus padres conoce las suyas. Para padres y niños está disponible en el Instituto VIA de Fortalezas del Carácter la posibilidad de hacer un cuestionario y saber qué fortalezas tenemos, los animo a hacerlo, es muy útil.
Tomar más en cuenta los puntos mencionados en la crianza de nuestros hijos, no sólo redundará en ellos, sino que también incrementaremos nuestro bienestar, un punto no menor. Todo lo que hacemos en un sistema influye a todos sus componentes. También seamos amables con nosotros mismos, seamos más compasivos. Muchas veces le erraremos y cometeremos errores, pidamos sinceras disculpas, aprendamos, si fuera posible y sigamos adelante. Si nuestras acciones se basan en el amor sano, es muy poco probable que los daños sean permanentes.
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Lic. Roberto Martínez Hernández
Psicoterapeuta
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