Podríamos empezar con el clásico de… ¿importante para qué? Y la respuesta en este blog es simple: importante para nuestro bienestar.
Nuestro bienestar se construye día a día y con múltiples componentes:
- emociones positivas
- experiencias agradables
- relaciones positivas
- proyectos
- logros, etc.
Lo real y comprobado es que nuestras acciones pueden influir en nuestro bienestar hasta en un 40%, un porcentaje nada menor y que nos hace responsables de nuestras elecciones y sus resultados.
Hecha la aclaración podemos volver al tema de hoy y les pregunto: ¿por qué si estamos en un lugar X sentimos el impulso de contarlo por las redes sociales, compartir , etc.? Todos quienes estamos más o menos afectados por el uso de nuestros teléfonos inteligentes hemos sentido esta pulsión o la hemos comprobado en amigos y familiares.
Reflexionemos sobre los efectos y consecuencias que quizás no consideramos de esta acción:
- Nuestro foco cambia, pasa a estar en el teléfono o en el que no está.
- Nos distrae de la experiencia presente, la que estamos viviendo y la cual optamos conscientemente en realizar y que estamos convencidos contribuiría a nuestro bienestar. Nosotros invertimos en ir a las Cataratas, por ejemplo, por las sensaciones que recibiríamos, la emociones que percibiríamos: la belleza, la magnitud, la emoción, etc. y ¿estamos allí?
- También distrae a otros miembros de la familia o el grupo y afecta la percepción de la experiencia.
- No suma o aporta a quien no está con nosotros.
- Sobre dimensionamos el efecto positivo del «compartir». Compartir es importante y sin duda favorece nuestro bienestar, nos hacer sentir bien con nosotros mismos y contribuye positivamente a nuestras relaciones sociales con el entorno. Pero el «ciber» compartir no provee estos efectos. Sólo nos entera de qué hace él otro y podemos alegrarnos o solidarizarnos por ello, recibimos información pero poco más.
Descuidamos nuestra seguridad y la de la familia. Cada año aumentan los lesionados y fallecidos por tratar de registrar una «selfie» original. Queriendo impactar a los demás terminamos impactados.
Esta costumbre, como muchas otras nos viene de los medios masivos de comunicación y de las celebridades que no tienen más talento que el compartir su vida diaria y que atraen nuestra natural curiosidad y morbo voyeur. Las personas solemos imitar estos comportamientos sin mucha reflexión y sin reparar en eventuales perjuicios.
Como señala la Dra. Lyubomirsky, somos muy malos para predecir lo que nos hará felices y el caso de compartir en las redes parece ser uno de ellos.
Tendemos a olvidar lo importante y descuidamos lo que nos hace bien en pos de una costumbre o moda. Si seguimos este razonamiento es más importante dar a conocer que estamos en la playa que disfrutar de la costa. Con este accionar reducimos mucho las emociones positivas que podríamos recibir de la experiencia que estamos viviendo.
La recomendación pasa por tratar de hallar un punto de equilibrio. Registrar la experiencia positiva es favorable, pero debemos pensar si es necesario y beneficioso el compartir ya o podríamos postergarlo. Pensemos un poco sobre ello y seguro contribuirá a un bienestar más consciente, duradero y sostenible. En conclusión: vivirlo es lo importante ya habrá tiempo para contarlo.
Te invito a dejar tus comentarios e impresiones.