Esta semana hemos sido conmovidos por una gran buena noticia. Nació Valentino, el primer bebé venido al mundo gracias a la Ley de Fertilidad asistida aprobada en 2014. A partir de este hecho he decidido presentarles un aporte desde la Psicología Positiva a parejas con problemas de fertilidad.
Expertos en reproducción humana consideran que una pareja en edad fértil no debiera tener complicaciones para concebir si no usan métodos anticonceptivos y si hacen el amor, al menos, los días cercanos al periodo de ovulación. Sin embargo un porcentaje de entre un 10% y 15% de las parejas presentan problemas de fertilidad. Las causas pueden ser diversas y estas se distribuyen casi por igual en hombres y mujeres. Muchas causas dependen de ambos miembros de la pareja (39%) y un 8% es de causa desconocida.
En lo personal, concuerdo con expertos que puntualizan que el embarazo físico tiene una contraparte psicológica, la cual comienza en ocasiones mucho antes de la concepción, otras en el mismo momento o mucho después de la concepción. Al igual que el útero se prepara para alojar al embrión, nuestra cabecita ha de acomodarse. En el caso de parejas con problemas de fertilidad, este proceso comienza mucho antes, quizás años antes de que nazca el bebé. En el caso de embarazos no programados, al menos conscientemente, la cabeza de los padres comenzará a prepararse luego.
Es muy importante que las parejas con problemas en general y con problemas de fertilidad en particular consulten y reciban orientación, consejo y apoyo del psicólogo. Con las parejas se pueden trabajar distintos puntos en pos de colaborar con el proceso y acompañarlos hacia una fertilidad positiva.
Antes de tener un hijo debemos revisar la razones y oportunidad de un embarazo:
- Es algo natural a lo que hemos llegado como pareja.
- Es para hacer feliz a …
- Es contrarreloj… soy mayor de…
- Quiero demostrarle mi amor con un hijo…
- Un hijo lo retendrá más tiempo a mi lado…
- Quiero algo totalmente mío…
- Adoro la ropita y cositas de bebé, quiero uno…
- Con un hijo seré alguien…
Me dirán que algunas opciones son algo descabelladas, pero créanme, las he oído todas. También podemos inferir que la primer razón pareciera la más saludable y la que traerá más bienestar a padres e hijos y es cierto, pero muchas veces se tienen hijos por las razones equivocadas.
Tener un hijo debería ser una decisión consciente de una pareja de adultos responsables que sienten que un hijo es lo más natural que podría pasar en su pareja. Es un gran reto para los padres y la familia y va implicar grandes cantidades de compromiso, esperanza, optimismo, persistencia y responsabilidad. También deparará ingentes cantidades de alegría, regocijo, orgullo y bienestar.
Las parejas con problemas de fertilidad deben trabajar exhaustivamente en la esperanza, en la creencia de un futuro mejor y en que las dificultades actuales son pasajeras y superables.
Apoyarse mutuamente no sólo les permitirá sobrellevar mejor esta etapa sino que les permitirá salir fortalecidos tal como demuestran investigaciones sobre el crecimiento postraumático. Es cierto que muchas parejas no soportan la presión y se desintegran ante la imposibilidad de concebir, pero también es cierto que muchas otras se reafirman en sus vínculos y una vez pasada la dificultad, habiendo tenido hijos o no, demuestran estar más fuertes y con un buen nivel de bienestar.
Es crucial que la pareja tenga entre sí y con el equipo de salud una comunicación asertiva. En esta clase de comunicación, siempre dejamos claro qué queremos, cómo lo queremos y cómo queremos que se nos trate. Siendo siempre educados y respetuosos del otro. Evacuamos todas las dudas cuando surgen y evitamos la rumiación (repetir y repetir) mental de ideas. En realidad la comunicación asertiva es un consejo para toda la vida.
No es recomendable que la paternidad sea el centro de la vida de alguien, como tampoco lo debiera ser el trabajo, el ocio, el estudio, o cualquier otra actividad en principio positiva. Nuestra vida será más rica y completa si tenemos un adecuado mix: un poco de esto, otro tanto de aquello y mucho de tal cosa. Centrar nuestra realización, metas, objetivos, etc. en un hijo y depositar en él expectativas, sueños, y anhelos propios es la receta perfecta para un perfecto desastre. Evitemos caer en ello. Las parejas con dificultades para concebir suelen centrar su vida en eso y si bien es importante, puede generar un estrés que muchas veces será contraproducente.
Para finalizar les dejo unas recomendaciones generales para las parejas con problemas de fertilidad, pero que podrían ser aplicadas en general:
- Un actitud optimista es clave para el éxito y el bienestar general.
- Evitemos culpabilizar al otro, a la familia o mi mismo, la culpa es una emoción muy negativa y detiene el crecimiento y el desarrollo.
- Cultivemos la esperanza, tengamos fe en que superaremos este trance, es bueno ejercitar la espiritualidad, nos hará sentir más felices y plenos.
- Confiemos en nuestra pareja, cuidemos la pareja, es una construcción muy delicada y requiere mantenimiento diario.
- Mientras el bebé no llega ocupemos nuestra atención en otras actividades, busquemos un pasatiempo nuevo, estudiemos algo, consigamos una mascota. Ayudará a bajar la tensión, relajar el ambiente y evitará que nos obsesionamos con un tema.
- Hacer el amor por gusto y con gusto, no porque se tiene que hacer. Es una acto de comunicación y amor más allá de un fin reproductivo.
- Disfrutemos esta etapa a pesar de las dificultades. Siempre se puede ver lo positivo.
- Controlemos las expectativas, si son elevadas generan ansiedad y si no se cumplen, todas o en parte, la frustración puede ser muy grande. Reservemos lugar para la sorpresa.
- Finalmente: lo mejor que puedes hacer para que tu hijo sea feliz es ser tu mismo feliz, tener un buen nivel de bienestar. La felicidad se contagia y se aprende.